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Fin de ciclo para la economía China

Setiembre de 2023
Foto la banca BanBif
Foto de Raul Calle

Raúl Calle Benito, CFA
Estrategia de Inversiones – BanBif Selecta

El crecimiento de China en 2022 y la proyección de crecimiento para 2023 evidencian una seria desaceleración económica en el país asiático. Sin embargo, más allá de eventos puntuales como la pandemia o la política de cero-covid, el crecimiento de largo plazo de China se ve amenazado por factores estructurales, lo que presupone un cambio en la dinámica de crecimiento global y la apertura de nuevos frentes de crecimiento y de inversiones en el mundo.

Desde las reformas económicas y la apertura comercial de 1978, China ha gozado de altas tasas de crecimiento (un promedio del 10% anual), dado que partía de una base de riqueza muy baja y por su gran cantidad de recursos y población. Estas amplias ventajas fueron suficientes para impulsar a la economía a través de las exportaciones y la inversión, sorteando en el camino bajos niveles de desarrollo financiero e institucional, así como la falta de libertades económicas en una economía dominada por el estado. Hasta antes de la pandemia de Covid-19, la economía china parecía ser inmune a las grandes crisis financieras. En gran medida esto fue posible gracias a las maniobras del gobierno chino para evitar las crisis, priorizando el crecimiento; pero que han tenido un alto costo, como una masiva deuda doméstica, la dramática reducción de reservas y la alta volatilidad de sus mercados financieros.

Actualmente las condiciones estructurales han cambiado para China. Por un lado, las características demográficas que aportaron a su crecimiento se están desvaneciendo: la tasa de fertilidad cayó este año a 1.09 (desde 1.30 hace apenas dos años), un nivel más bajo incluso que el de Japón, y que ha hecho que la población china retroceda en 2022, por primera vez en seis décadas. Con ello se espera que la fuerza laboral caiga un 1% por año hacia 2030. Además, los problemas en la cadena logística ocasionados por el Covid-19 y la invasión de Rusia a Ucrania han hecho que los gobiernos occidentales busquen proteger sus cadenas productivas de conflictos geopolíticos, reduciendo su exposición al mercado chino. Ello ha ocasionado el surgimiento de tendencias como el reshoring y el nearshoring, que busca mover el proceso de manufactura hacia el propio país de origen o hacia un país aliado cercano.

Todos estos factores han sido tomados en cuenta desde hace varios años por los gobernantes chinos, quienes vienen buscando que la economía migre de un modelo de crecimiento basado en las exportaciones e inversiones hacia uno centrado en el consumo interno. Sin embargo, los desbalances y distorsiones que han generado décadas de intervención gubernamental aumentan el reto: la búsqueda de crecimiento choca con el deseo del gobierno de bajar el endeudamiento, y requisitos necesarios para la innovación, como la libertad económica, va en contra del control que el gobierno desea mantener sobre el mercado. Más allá de ello, teóricamente una economía basada en consumo interno puede ocasionar altas tasas de crecimiento, pero la experiencia histórica muestra que lo más probable es que haya una reducción drástica en el mismo. Más aun tomando en cuenta que el gasto de los hogares solo representa un 38% del PBI chino, muy por debajo del promedio global del 63%. Con ello, los economistas estiman que el potencial de crecimiento de China para los próximos años rondará alrededor de entre 2-3%.

¿Qué implica todo ello para las demás economías globales y los mercados financieros?

El impacto puede ser grande para las economías emergentes, que en los últimos años han basado su crecimiento en proveer de materias primas a China. Sin embargo, el surgimiento de nuevas estrellas de manufactura como India (cuya población ahora supera a la de China) y la Asean (Asociación de Naciones de Asia Sudoriental, que comprende Indonesia, Vietnam, Tailandia, entre otros) representa una oportunidad de reasignación de exportaciones para las economías emergentes que lo aprovechen. Además, la tendencia de nearshoring está beneficiando a países como México, Canadá, y de Europa Central y del Este.

En cuanto a la economía local, China es el principal destino de las exportaciones peruanas (35% del total según datos del Mincetur de julio 2023), además de ser destino número uno de las exportaciones mineras y pesqueras del Perú (52% y 45%). Ello implica un alto riesgo de que la economía peruana se desacelere en el corto plazo ante el contexto chino. El grueso de las exportaciones peruanas son productos como el cobre, oro, gas natural y derivados, zinc, etc. Estos productos podrían sufrir presiones en el precio en el corto plazo ante la desaceleración china, pero en el mediano plazo las perspectivas son a una estabilización en el precio ante la demanda que estos productos tienen por parte de las nuevas industrias y los nuevos mercados que tomarían la posta de China.

Asimismo, la perspectiva para China de un crecimiento económico que se debilita, y el temor de perder influencia en su región y dar por perdido su reclamo por Taiwán, aumentarán los riesgos geopolíticos los próximos años. Ello refuerza la tesis de inversión de sectores dedicados a la ciberseguridad, la inteligencia artificial, semiconductores, entre otros.

Podemos concluir que una desaceleración en el crecimiento económico chino parece inevitable, y la profundidad de la desaceleración dependerá de la capacidad de reacción y la priorización de los intereses que los gobernantes chinos muestren en los próximos años. Sin embargo, esta reestructuración de la economía global generará oportunidades de crecimiento e inversión.

Nota: El presente artículo, así como la opinión vertida en el mismo, son de exclusiva responsabilidad del autor. En ese sentido, la opinión del autor puede no coincidir con la opinión de BanBif, sus funcionarios, directores, accionistas y/o empleados, así como tampoco puede ser considerada como una asesoría y/o recomendación de BanBif a sus clientes o cualquier tercero.

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