NOTICIAS

Salud y Bienestar: ¿Qué es, realmente, perder el tiempo?

Enero de 2022
Foto de una persona pensando

Angelina Ferrero
Directora Espacioyoga
angelinaferrero@gmail.com

¿A qué le llamamos perder el tiempo? Generalmente, usamos esa expresión para calificar la calidad de nuestras experiencias, y asociamos esa calidad con efectividad. En otras palabras, creemos que perdemos el tiempo cuando no hacemos lo suficiente, o peor aún, ¨cuando no hacemos nada en concreto¨. ¿Pero qué es suficiente? Es común sentir que nuestros esfuerzos no están a la altura de nuestras metas. A nuestros días le faltan horas para trabajar, para hacer deporte, para socializar, para descansar… Nos acostamos pensando en lo que no hicimos y al despertar, nuestros primeros pensamientos están asociados a la lista de pendientes del día. Hacer, hacer, hacer. Nos da miedo perder el tiempo. Vivimos sintiendo que hay algo que constantemente se nos está escapando de las manos, y creemos que, haciendo más, eso no sucederá. Pero no es la vida la que nos persigue. Somos nosotros que, empujados por una cultura de metas, nos hemos convertido en lo que Alberto Morell llama robots animados de eficacia. Y es curioso; mientras intentamos aprovechar al máximo uno de los recursos más preciados, lo estamos desaprovechando ya que cada vez resulta más difícil estar en el momento presente.

El arquitecto y profesor Francesco Careri, conocido por dirigir ¨derivas¨, caminatas sin un rumbo predeterminado por la ciudad, nos diría que estamos locos si creemos que perder el tiempo es perjudicial. Para él, es necesario perderse para encontrarse. Por ejemplo, ¿qué sucede cuando uno se pierde en un bosque? Imaginémoslo. Cuando algo es desconocido, nuestros sentidos se agudizan. Nuestra curiosidad está impulsada por un instinto vital de supervivencia. La atención está despierta y puesta en los detalles que, como diría Morell, no se ven si no se miran. Lo nuevo nos pide ir despacio y avanzar plenamente presentes. En un bosque, tal vez, estemos espacialmente perdidos, pero, ¿estamos perdiendo el tiempo? En absoluto. Cuando habitamos ¨el ahoritititita¨ aprovechamos cada segundo.

El pasado no existe. El futuro, tampoco. Lo único real y concreto es este instante que se nos escapa de las manos por andar demasiado metidos en nuestros planes, recuerdos y pensamientos. Lo rutinario fácilmente activa nuestro piloto automático. Podemos ser eficientes, tener una performance destacada, tachar todos los pendientes de la lista del día, pero si nuestra atención está puesta en otro lugar, ¿qué pasa con el tiempo que transcurre frente a nuestros ojos? Pues, se va, y ya no regresa. Ese es verdaderamente un tiempo perdido. Así como existen aplicaciones en el celular que nos indican cuántas horas pasamos en redes sociales, me encantaría que existiera algo que nos mostrara cuánto tiempo pasamos en el pasado o en el futuro. Y ni qué decir del ¨tiempo hubiera¨. A grosso modo, podría especular que una aplicación así apenas llegaría a sumar minutos de atención plena. Estamos habituados a cargar con relojes que cuentan nuestros pasos. Nos pregunto, ¿cuántos de nuestros pasos son conscientes? ¿Cuántos cafés sin saborear, ojos sin mirar, letras de canciones sin escuchar, respiraciones no percibidas? Y todo por andar demasiado ocupados porque nos aterra ¨perder el tiempo¨.

Vivimos en un momento de la historia en la que la pausa resulta cada vez más revolucionaria. La pausa es un espacio entre hacer una cosa y otra que se abre para que podamos observar la vida con ojos nuevos: ¿estoy aquí?, ¿cómo me siento, respiro bien, ha cambiado el clima, disfruto de lo que hago? Parar de manera consciente, a pesar de que la vida sigue, requiere disciplina porque implica recuperar la capacidad de no dejarse llevar por la tendencia al movimiento constante y aleatorio. Paremos para repararnos, para observar la vida que nos rodea, porque lo merecemos. Hemos pasado entre ocho y nueve meses en la barriga de nuestra madre en quietud. Eso nos demuestra que la tranquilidad es parte de nuestra naturaleza. Tal vez, aprender no sea más que recordar lo que hemos olvidado.

La meditación, además de los beneficios físicos, mentales y emocionales que nos brinda, nos entrena en la disciplina de la pausa y de ser testigos antes que agentes de acción. Cuando uno es testigo de sus comportamientos y pensamientos, nota cuando no está presente y aprende a volver, con gentileza, a través de la respiración. La inhalación y la exhalación son un puente para aprovechar cada instante. No hay nada más tangible y real que el aire que entra y sale por nuestras fosas nasales para activar y limpiar nuestro cuerpo y mente. Así logramos calmarnos y anclarnos. Recordemos: somos seres humanos, y no quehaceres humanos. Y en el presente, la mente es más eficaz, más simple, más feliz. Las mayores penas y preocupaciones surgen de una mente que vive atrapada en el pasado, en el futuro, o en el tiempo de los hubieras. Disfrutemos de los pequeños momentos. Finalmente, ¿no es la vida una sucesión de pequeños momentos de presente, y no es un presente, un regalo?

Nota: El presente artículo, así como la opinión vertida en el mismo, son de exclusiva responsabilidad del autor. En ese sentido, la opinión del autor puede no coincidir con la opinión de BanBif, sus funcionarios, directores, accionistas y/o empleados, así como tampoco puede ser considerada como una asesoría y/o recomendación de BanBif a sus clientes o cualquier tercero.

ÚLTIMAS NOTICIAS

Salud y Bienestar: Recupérate después de las Fiestas

Escrito por Naomi Lizarzaburu Gambetta

Buffet comida

Responsabilidad Social: “Ollas Solidarias”

1,330 familias de San Juan de Lurigancho se beneficiaron con colecta “Ollas Solidarias”

Colecta ´Ollas Solidarias´